Cada paciente posee al igual que todas las personas un cerebro y una mente, que les funciona de manera diferente a cada una de ellas. Escuchan, observan, interpretan, descifran, piensan, aprenden, experimentan y hasta se emocionan también de modo diferente.
Cada paciente tiene además una predisposición en particular con respecto al predominio en el uso del hemisferio de su cerebro. Este estudiado que la persona se comporta muy distinto si tiene una mayor actividad en el hemisferio izquierdo a que si la tiene en el derecho; de esta manera tanto su comportamiento como su actuación van a ser en función a ello.
También podemos observar diariamente que la manera de pensar, sentir y decidir – como así también muchas variables más – es muy disímil entre un paciente masculino y uno femenino, y esa situación sucede frecuentemente también en las personas cuando visitan el consultorio en el rol de paciente.
Otro dato importante es que cuando se toma una decisión, como puede ser la aceptación de un plan de tratamiento, lo primero que aparece desde el metaconsciente son las experiencias anteriores que se encuentran en nuestra memoria y el aprendizaje, que con seguridad, en todos los casos difieren mucho entre cada uno de tus pacientes.
Sea cual fuera la historia de los pacientes, se sabe que no todas las personas poseen las mismas necesidades – y ni les hablo de sus deseos. Cada persona tiene un paquete de necesidades en particular según el momento de la vida en el que está viviendo, y esto se predetermina en la teoría de la pirámide de necesidades del psicólogo Abraham Maslow. No es lo mismo ofrecerle un presupuesto de un plan de tratamiento a una persona que no llega a fin de mes, o a quién tiene deudas, o a aquel que tiene una familia numerosa y que no tiene capacidad de ahorro, que a una persona que vive sola y tiene las necesidades básicas satisfechas, además de una cierta capacidad de ahorro. Esta escala que tiene que ver desde las necesidades básicas, fisiológicas, las sociales hasta las de autorrealización y poder, y no particularmente con la situación desde el punto de vista socio – cultural y económica de su país, aunque de algún modo se la relaciona.
A lo anteriormente descripto debemos sumarle que cada paciente pertenece a una generación determinada. Están los Babbyboomers, la generación X y la Y hasta los actuales Millenials, en la cual cada una de ellas tiene valores y códigos culturales distintos, inclusive hasta un lenguaje y una forma de comunicarse también propias de su tiempo.
Cada una de estas personas- que pueden ser tus pacientes – tiene sus propias experiencias, cuentan con una historia, viven sus relaciones, tuvieron una crianza, una educación, pueden a llegar a tener una idea política definida hasta una religión, que también lo hace diferente a los demás.
Hasta aquí podemos decir que la combinación de todos esos factores o de algunos de ellos, hace que cada paciente sea único.
Entonces si cada paciente es distinto a otro ¿por qué los profesionales insisten en tratar a todos por igual? ¿Por qué pensamos que sienten lo mismo ante cada mensaje que le damos? ¿Por qué creemos que todos tienen el mismo modo de proceder ante la toma de decisión? ¿Por qué a todos ellos les decimos las mismas cosas de la misma manera y le explicamos los tratamientos siempre utilizando las mismas palabras hasta los mismos dibujos?
Debemos tener presente que la decisión en la elección de un tratamiento es del paciente y no del profesional, por lo tanto mientras más microsegmentemos el discurso, más conozcamos a la persona, más efectiva será nuestra venta.
por Dr. Cristian Kulzer