¿Te cuesta tomar decisiones?

Diariamente tomamos decisiones de manera natural a través de un mecanismo biológico que hace que al levantarnos de la cama sepamos qué hacer, elegir tal o cual rutina, saber que ropa vamos a vestir, cómo vamos a viajar y de qué forma nos vamos a alimentar.

Pero este mecanismo pierde toda su fuerza cuando ya no nos ocupamos de cuestiones biológicas y coyunturales y nos enfrentamos a decisiones sociales, profesionales y personales que nos pueden afectar de forma directa.

En el consultorio nos encontramos con múltiples y divergentes posibilidades; elegimos según nuestros instintos, intereses y/o experiencias pasadas procurando encaminar nuestra mente hacia la mejor decisión, aunque en ciertas ocasiones nos topemos con alguna encrucijada.

En las sesiones de mentoring con profesionales suelo enfrentarme a dos escenarios:

El primero es que desconocen que decisiones deben tomar para elegir el mejor camino que los conduzca y lleve a cumplir con sus propósitos; y el segundo, cuáles son las decisiones más convenientes y efectivas que deben tomar para enfrentar sus problemáticas y obstáculos diarios en su actividad actual.

Algunos ejemplos de ellos son: “¿Seguimos atendiendo por convenio o dejamos de atenderlos?” “¿Cuánto le pago al especialista?” “¿Agrego un nuevo box o estoy bien así?” “¿Incorporo a una asistente dental o lo dejo para más adelante?” “¿Hago la especialidad en esta Universidad o en la otra?”“¿Abro una nueva sucursal o me mudo y expando la cínica actual?”

Lo difícil de tomar una decisión que es compleja es superar el miedo a errar, por eso habitualmente nos dejamos dominar por los: “¿Y si sale mal?”; “¿Y si eso no es lo indicado?”; “¿Y si no funciona?”; “¿Y si no era el momento?” y las consecuencias que éstas pueden traer.

Sin dudas que las decisiones que tomamos, las tomamos porque creemos que son correctas y lo mejor para el momento que vivimos, sin embargo, las decisiones tienen etapas que es conveniente seguir, debido a que debemos ser conscientes que con el paso de los días todos cambiamos, y lo que queríamos hace unos meses puede no ser lo mismo que queremos ahora.

Una decisión puede tener un ciclo de vida que posee varias etapas:

1. La etapa del Riesgo:

En esta etapa no sabes qué hacer, en tu cabeza hay un mar de dudas y no sabes que va a ocurrir. Te la pasas pensando en los pros y los contras de las diferentes opciones que tienes a tu alcance y apuestas por un futuro que aún desconoces.

“¿Tienes miedo de invertir ese dinero en esa última tecnología de vanguardia y que no te funcione?”

2. La etapa del paracaídas:

Tienes que tomar una decisión y debes hacerlo ya. Ya has recolectado datos y sabes qué es lo que vas a hacer. En esta etapa te arriesgas y saltas al vacío con tu paracaídas, es decir, con la decisión que tomaste esperando que ésta pueda llevarte con bienestar a tierra.

“¿Te cuesta dejar tu trabajo o separarte de tus partners para empezar una nueva etapa de tu vida?”

3. La etapa del re- acomodamiento:

Te empiezas a adaptar a las consecuencias que trajo la decisión que tomaste y direccionas tu vida en torno a ello. Aquí haces un balance de lo bueno y de lo malo que ha traído tu decisión.

“¿No sabes qué camino tomar ahora?”; “Son todas opciones nuevas para ti?” ¡Es hora de seguir decidiendo!

4. La etapa de la comodidad:

Si la decisión que tomaste fue adecuada lo más natural es que mantengas tu decisión y estés satisfecho con ello. De lo contrario, intentaras cambiar algunas cosas y verás la forma de aprender del asunto. No todas las tácticas sirven para la misma guerra decía Sun Tzu.

“No piensas en nuevos objetivos?”; “¿Estas conforme cómo estás?”

5. La etapa del abandono:

La vida no se queda quieta y todo cambia. Cambian las circunstancias y los factores que hicieron que tomaras una decisión; es tiempo de que te lances a la aventura de tomar nuevas iniciativas y nuevos desafíos.

“¿Tienes en claro cuál va a ser el próximo salto?”

Lo inteligente es no quedarse obsoleta y asumir los riesgos que la profesión nos va exigiendo.

Tus decisiones caducan, lo que te convenía hace un tiempo, puede que no te convenga hoy: trabajar en aquella clínica ya no es tan agradable, vivir en otra ciudad, que no es la tuya, ya no te resulta tan interesante, los planes que tenías antes ya no los crees adecuado porque tú ya no eres la persona de ayer, ahora eres mejor, tienes más experiencias y más aprendizajes.

Con el paso del tiempo, en la actividad profesional, debemos ir ajustando las decisiones que tomamos ya que podemos empeñarnos en seguir transitando por un viejo y deteriorado puente cuando el rio ha cambiado.

La odontología cambia, la tecnología cambia, la gente cambia, su comportamiento a la hora de decidir comprar algo cambia, los medios y canales de comunicación también cambian. “¿Tú en que piensas cambiar?”

La afectividad de las decisiones que tomes dependerá de tu balanza interna, de tu mente y corazón, pero asegúrate de renovarte y direccionar tus pensamientos hacia una resolución sabia y consecuente con las pruebas que te encuentres en tu pasar.

Por Dr. Cristian Kulzer

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