¿Qué sucede cuando se le dice al paciente…“para fines de septiembre justo para su cumpleaños vamos a estar instalando su tratamiento”, “en quince días te doy de alta y vas a poder comer lo que quieras”, “un año y medio pasa volando, y vas a lucir una sonrisa soñada” pero durante su trascurso aparecen inconvenientes inesperados, provocandoo la demora del mismo?
Los motivos son más que conocidos, probablemente los más recordados son los retratamientos, las ausencias varias, alguna enfermedad o lesión que impidió realizar el trabajo, cuestiones técnicas, diferencias y hasta motivos sociales, por solo mencionar algunas de ellas. Lo que si queda muy en claro, es que no se le cumplió la promesa al paciente.
En todos estos casos no tiene mucho sentido buscar excusas o culpables, desligarse o evitar la responsabilidad sobre el tema y menos aún justificarse delante del paciente.
Como auditor he participado en numerosos casos como los ejemplos anteriormente mencionados, en donde el paciente termina alterado y con un fuerte fastidio porque su expectativa no fue satisfecha, no solo porque no se cumplió con lo que se le dijo sino que primordialmente por la pérdida de su tiempo.
El tiempo es dinero no solo para el profesional, sino también para el paciente, ya que la extensión en su tratamiento le significa un gasto adicional en su ritmo de vida, como sucede con el medio de locomoción, estacionamientos y adicionales pero fundamentalmente por lo que le implica dejar de hacer, para ir nuevamente a la consulta (que no debió tener).
Pero además existen otras causas o motivos frecuentes por los cuales los pacientes sienten que pierden su tiempo, y a continuación les presento algunos ejemplos:
- Cuando intenta comunicarse con la consulta y demoran mucho tiempo en atenderlo.
- Cuando finalmente lo logra, la secretaria le realiza un amplio cuestionario para ingresarlo al sistema de turnos.
- Cuando debe esperar más de quince días para su primer turno.
- Cuando un profesional de cabecera lo debe revisar para una derivación antes de consultar a un especialista.
- Cuando su cobertura de salud le requiere una autorización por escrito previa a su tratamiento.
- Cuando no tiene todo resuelto en un lugar, y debe recurrir a otras direcciones para finalmente conseguir la solución.
- Cuando accede al turno de la consulta y percibe que el profesional no le hizo nada.
- Cuando se le otorga mal un turno, ya sea el día o la hora y no puede ser atendido.
- Cuando no se confecciona correctamente una orden de derivación o una prescripción médica, y tiene que volver a concurrir para que se la realicen correctamente.
- Cuando por diversos motivos se deben repetir pruebas o pasos protéticos de su tratamiento.
- Cuando concurre por una urgencia y hay varios pacientes esperando antes que él.
- Cuando siente que nadie del lugar se hace responsable y tiene que volver otro día para resolver su problema.
Como podrás ver, estas son algunas de las situaciones en donde el paciente percibe que no solo perdió su tiempo sino que además se sintió desprotegido y sin contención. Estos motivos, razonables o no, forman parte de la toma de decisión del paciente y también de la calificación del servicio.
Por Dr. Cristian Kulzer